Así será el edificio del futuro

Tecnologías emergentes como el Internet de las Cosas, el ‘big data’ y los sistemas inteligentes de gestión de la edificación están revolucionando el sector de la construcción.

Un empleado accede a un edificio inteligente. No necesita utilizar una tarjeta de identificación porque el sistema de reconocimiento facial autentica su acceso. Gracias a una aplicación en su smartphone, puede reservar fácilmente una sala de reuniones, pedir el desayuno o localizar un puesto de trabajo libre para la jornada.

En su silla de trabajo, un sensor le indica cuándo debe levantarse y cómo mejorar su postura para evitar problemas musculares. Al entrar en la sala de reuniones, ajusta fácilmente desde el móvil la luz y temperatura idóneas. Antes de irse, reserva desde la aplicación una plaza de garaje libre para la siguiente jornada.

Son sólo algunos ejemplos de cómo las nuevas tecnologías pueden cambiar el entorno de trabajo en el marco de los edificios inteligentes. Tecnologías emergentes, como el Internet de las Cosas (IoT), el big data y los sistemas inteligentes de gestión de la construcción están cambiando de forma radical el modo en el que se diseñan, construyen y gestionan los edificios modernos, según destaca el reciente informe Smart Working elaborado por Unwork y Schneider Electric.

Así son los edificios inteligentes

«Los modelos convencionales de diseño del lugar de trabajo, que se centraban exclusivamente en la reducción de los costes y la eficiencia, están siendo sustituidos rápidamente por modelos más dinámicos y ágiles que tratan de incrementar la productividad, la colaboración entre empleados y su bienestar», explica Owen King, consultor de Unwork.

SENSORES

The Edge, un edificio de oficinas de 40.000 metros cuadrados en Ámsterdam, cuenta con 28.000 sensores que monitorizan todo, desde la ocupación de los lugares de trabajo hasta la limpieza en los baños. Por ejemplo, las máquinas de café avisan cuando se quedan sin suministro y los secamanos de los baños alertan a los equipos de servicio de cuándo deben ser limpiados.

Al igual que en The Edge, los edificios de oficinas del futuro próximo dispondrán de cientos de miles de sensores instalados que monitorizarán desde el rendimiento de las luces hasta el bienestar de los empleados. Por ejemplo, los datos sobre la calidad del aire interior, los niveles de luz y ruido o incluso de la actividad de los empleados que recogen sensores y wearables permitirán a las empresas elaborar intervenciones positivas sobre la salud y el bienestar de sus trabajadores, dice el informe.

«Los empleados que experimentan este tipo de servicios en un edificio esperan encontrarlos en otros. Por eso esperamos un efecto dominó que conducirá a una implantación más amplia», incide King.

El IoT abre también la puerta del análisis predictivo. Un software que funcione sobre una red neuronal es capaz de identificar patrones al examinar datos pasados para anticipar eventos. Por ejemplo, al analizar los datos de sensores de edificios y combinarlos con datos externos, se podrá predecir cuánto usuarios podrían estar presentes en un día determinado y organizar los servicios de acuerdo a esa predicción.

Y no se extrañe sin en el futuro, gracias al avance de la inteligencia artificial y el procesamiento de lenguaje virtual, se encuentre conserjes virtuales en los edificioscon los que se pueda interactuar.

GESTIÓN INTELIGENTE

La inteligencia es, además, clave en la gestión de edificios. La tendencia pasa por crear sistemas que actúen como el sistema operativo de un edificio, un único cerebro al que se conecte todo y que controle el edificio, en vez de compartimentos estancos como hasta ahora. «Las eficiencias operacionales generadas pueden reducir los costes habituales en consumos de luz y agua, así como los costes de gestión», explica King.

Tampoco hay que olvidar el impacto medioambiental, puesto que se estima que los edificios suponen cerca del 40% del consumo total de energía y el 36% de las emisiones de carbono. Las soluciones avanzadas en gestión energética hacen que el consumo primario de energía en Torre Majunga (París) sea cinco veces menor que cualquier edificio típico de oficinas, mientras que su huella de carbono es cuatro veces menor que la de otras torres de la capital francesa.

La producción de energía permite que los edificios incluso contribuyan a la red energética de un país en vez de ser meros consumidores, como ocurre con la oficina de Cooperative Group en Manchester (Reino Unido), que devuelve el exceso de energía que produce a la red eléctrica de Reino Unido.

Tenéis más información en www.hometers.com.

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